Blogia
Islas

Was there a time

A CHILD’S CHRISTMAS IN WALES

One Christmas was so much like another
in those years around
the sea-town corner
now and out of all sound except the distant
speaking of the voices I sometimes hear a moment
before sleep,
that I can never remember whether it snowed
for six days and six nigths
when I was twelve
or whether it snowed for twelve days and
twelve nigths when I was six.
(...)
Years and years and years ago,
when I was a boy,
when there were wolves in Wales,
and birds the colour of red-flannel
petticoats whisked past
the hark-shaped hills,
when we sang
and wallowed
all night
and day
in caves that smelt
like Sunday afternoons
in damp front farmhouse parlours,
and we cashed bears,
the English,
with the jawbones
of deacons,
before the motor-car,
before the wheel, before the
duchess-faced horse, when
we rode the
daft and happy hills bareback,
it snowed and it snowed.

(Dylan Thomas)

[Las Navidades eran tan parecidas/ en aquellos años por las esquinas/ del pueblo junto al mar,/ y tan silenciosas, excepto el lejano/ parloteo que a veces oigo por un instante/ antes de dormir,/ que nunca puedo acordarme si nevó/ durante seis noches y seis días/ cuando tenía doce años,/ o si nevó doce noches y doce días/ cuando tenía seis (...) Hace muchos, muchísimos años,/ cuando yo era un niño,/ cuando había lobos en Gales/ y pájaros como rojas faldas/ de franela que de súbito/ cepillaban las colinas con forma de arpas;/ cuando cantábamos/ y nos revolcábamos/ toda la santa noche/ y todo el santo día/ en cuevas que olían/ a tardes de domingo/ en las húmedas salas de las granjas,/ y nosotros cazábamos osos/ con el inglés mascullado/ por las mandíbulas/ de los diáconos;/ antes del automóvil,/ antes de la rueda, antes del caballo/ con pinta de duquesa,/ cuando/ cabalgábamos a pelo por las colinas/ chifladas y felices,/ nevaba y nevaba. -trad. de M. Covián-]

He aquí dos pequeños fragmentos de un extenso poema narrativo de Dylan Thomas, el gran poeta etílico. Me lo imagino en algún bar del sur de Manhattan, apurando en un trago el whisky, y rápidamente pidiendo otro. Tal vez garabateando versos en la servilleta de papel, mientras la infancia vuelve sobre sus pasos.
¿Seis y doce? ¿Doce y seis? La memoria nos falla cuando evocas aquel tiempo en el que aún el pecado original no había mellado en uno, y entonces tratamos de aprisionarlo, en imágenes plásticas -¿aquellas tardes de domingo?- condenadas a la corrupción. Pero algo queda, lacerante, feliz: nevaba, siempre nevaba...

0 comentarios