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Islas

en el papel

Unos tan dulces obituarios...

A UNA MUJER
QUE MURIÓ, NIÑA, EN MI INFANCIA
Cementerio de Moguer

Veinte años tienes en la muerte.
Eres ya una mujer -¡qué hermosa eres!-
Veinte años… ¡Te pareces a esta aurora
bella y fría -¡qué pura!-, tierra y gloria!

(Juan Ramón Jiménez)

Es el desnudo caminar. La duda se confunde entre la pureza, y miramos arriba, muy arriba. Adonde caminamos desnudos. Como el verso.

Punzantes asonancias… ¡Muerte eres y en la muerte pareces la hermosa aurora!
¡Gloria...!

La alteridad

CAN VEI LA LAUZETA MOVER

Can vei la lauzeta mover
de joi sas alas contra•l rai,
que s’oblid’es laissa chazer
per la doussor qu’al cor li vai,
ai! tan grans enveya m’en ve
de cui qu’eu veya jauzion,
meravilhas ai, car desse
lo cor de dezirer no•m fon.

Ai las! tan cuidaba saber
d’amor, e tan petit en sai!
car eu d’amar no•m posc tener
celeis don ja pro non aurai.
Tout m’a mo cor, e tout m’a me,
e se mezeis’e tot lo mon;
e can se•m tolc, no•m laissez re
mas dezirer e cor volon.

(…)

(Bernart de Ventadorn)

[Cuando veo la alondra que mueve/ de alegría sus alas contra el rayo de sol/ y que se olvida y que se deja caer/ por la dulzura que le entra en el corazón,/ ¡ay!, entonces siento tal envidia/ por cualquiera que me vea alegre, que me admira cómo al instante/ el corazón no se me funde de deseo.// ¡Ay, desdichado! ¡creía saber tanto/ de amor, y sé tan poco!/ pues no puedo abstenerme de amar/ a aquella de la que no tendré beneficios./ Me ha quitado mi corazón, y a mí/ y a sí misma, y a todo el mundo;/ cuando se me fue, no me dejó nada,/ sino deseo y corazón anhelante. (…) -trad. de Carlos Alvar-]

Este poema es precioso. Pero la lírica provenzal (siglos XII y XIII) nos deja un regusto extraño, demasiado lejano en el tiempo. Ahora, ¿quién lee en provenzal, u occitano? El joi, el jauzion, no podemos hacer otra cosa que traducirlo como alegría. Pero falseamos el significado: debemos saber que es, sencillamente, un estado del espíritu –amoroso- que eleva al hombre por encima de sí mismo.

Y ahora podemos entender las contradicciones del tímido Bernart de Ventadorn. Pobre envidioso, admirado de que el corazón no se me funde de deseo, quejoso por una amada que no me dejó nada. Alegre, gozoso, doliente al mismo tiempo. Todo lo condensa el joi. Pero fijaros, notad la increíble voracidad con la que el cor se apropia del poema…

Erótica

Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, él nos hará.

(Julio Cortazar)

Sí, simplemente.

Sedentarismo vs nomadismo

LA DESCONOCIDA

En aquel tren, camino de Lisboa,
en el asiento contiguo, sin hablarte
-luego me arrepentí.
En Málaga, en un antro con luces
del color del crepúsculo, y los dos muy fumados,
y tú no me miraste.
De nuevo en aquel bar de Malasaña,
vestida de blanco, diosa de no sé
qué vicio o qué virtud.
En Sevilla, fascinado por tus ojos celestes
y tu melena negra, apoyada en la barra
de aquel sitio siniestro,
mirando fijamente -estarías bebida- el fondo de tu copa.
En Granada tus ojos eran grises
y me pediste fuego, y ya no te vi más,
y te estuve buscando.
O a la entrada del cine, en no sé dónde,
rodeada de gente que reía.
Y otra vez en Madrid, muy de noche,
cada cual esperando que pasase algún taxi
sin dirigirte incluso
ni una frase cortés, un inocente comentario...
En Córdoba, camino del hotel, cuando me preguntaste
por no sé qué lugar en yo no sé qué idioma,
y vi que te alejabas, y maldije la vida.
Innumerables veces, también,
en la imaginación, donde caminas
a veces junto a mí, sin saber que decirnos.
Y sí, de pronto en algún bar
o llamando a mi puerta, confundida de piso,
apareces fugaz y cada vez distinta,
camino de tus mundo, donde yo no podré
tener memoria.

(Felibe Benítez Reyes)

La primera vez que leí este poema, no pude evitar pensar en Martín Marco, el inevitable protagonista de La Colmena -que tantas horas obligatorias nos robó en el instituto. Su característica era el nomadismo, vagando de un lado a otro, además de una perenne insatisfacción sólo ligeramente colmada en la cama con Purita, la ramera.
Más tarde situé el poema “en la imaginación”, y todo se volvió de repente tremendamente sedentario. Cuando releía el poema descubría que, al igual que antes Julio Salinas y mucho antes Fernando de Herrera, el poeta vivía en los pronombres.
Y al fin descubrí que no tendríamos memoria en sus mundos. En sus mundos, porque hay tantos mundos como chicas -amadas. Vagar, de nuevo, pasaba a un primerísimo primer plano... ¿o no?

Decidme... ¿sedentarismo o nomadismo?